top of page
  • Foto del escritorRegina Nahony Urieta

Cómo hacemos para validar a nuestros niños?

Actualizado: 21 dic 2023

Entender esto, interiorizarlo, es importante. Si pensamos que nuestra hija o nuestro hijo nos está llevando la contraria solo para salirse con la suya, entramos en una lucha de poder sin sentido porque ya hemos visto antes que lo de tomar decisiones, nos guste o no, es cosa nuestra, de los padres y las madres.


Así que, una vez frenado nuestro instinto de tomárnoslo como algo personal y soltarle un sermón del tipo “desde luego, siempre igual, estoy harta de que montes numeritos, ya no venimos más al parque”, que lo único que consigue es alejarnos emocionalmente y hacernos sentir mal a los dos; ¿cómo podemos acompañar a nuestro hijo en esta situación?


Validar las emociones - Cómo lo hacemos?

Vayamos por partes:


1. Ponle nombre a la emoción

Es el primer paso. Conectar. Agacharnos, mirarle a los ojos y decirle que estamos ahí, escuchando cómo se siente: “Veo que estás muy enfadado por tener que irte del parque ahora que te lo estás pasando tan bien”. Así de sencillo y así de difícil a la vez, para quienes crecimos en un mundo donde las emociones era mejor esconderlas.


2. Valida su emoción

Una vez que le hemos puesto nombre a lo que siente, vamos a validarlo. Ya sabemos lo que le pasa, ahora vamos a decirle que es normal lo que siente y que tiene derecho a sentirse así.

Vamos a conectar con nuestro hijo y a practicar la empatía: “Entiendo que estés triste, es un rollo tener que irse de un sitio cuando estás disfrutando”. Podemos poner algún ejemplo personal: “A mí también me da mucha pena despedirme de mis amigas cuando estamos juntas y tengo que irme”. O trasladándonos en el tiempo: “Cuando yo era pequeña tampoco me gustaba tener que irme del parque”.

Pongámonos en su lugar por un momento. Llegas a casa y le dices a tu pareja que estás agobiada porque tienes mucha carga de trabajo:

· Respuesta a) Todo el día igual, quejándote de tus cosas. Yo también estoy agobiado y no estoy todo el día quejándome.

· Respuesta b) Es normal, tienes mucha responsabilidad y estás sometida a mucha presión, ¿quieres que te haga un masaje?

Vale, sigues teniendo mucha carga de trabajo, pero ¿cómo te has sentido con cada respuesta?

Que no podamos conceder todos los deseos de nuestros hijos no implica que no podamos decirles que no de manera respetuosa y conectando con cómo se sienten.


3. Explícale lo que vas a hacer

El quid de la cuestión. Nos va a dar pena, nos va a pedir un ratito más, hace muy buen día, su amiguito se queda media hora más… mamá, papá, la decisión es tuya. Solo tú sabes a qué hora quieres volver a casa y por qué motivo. Si no te importa quedarte 15 minutos más que sea porque de verdad te parece bien, no para reprocharle dentro de 15 minutos que nunca tiene bastante y que ya vais tarde para la hora del baño y la cena por su “culpa”.

En primer lugar porque nunca va a tener bastante, asumámoslo, le encanta estar en el parque, da igual si lo alargamos quince minutos o una hora. Y en segundo lugar, porque la decisión de a qué hora os debéis ir es tuya; no debemos transferirle a él una responsabilidad que no le corresponde.

Él no tiene edad de pensar que necesita bañarse, cenar y acostarse a las nueve para descansar suficientes horas antes de ir al colegio. Ni siquiera sabe cuánto son quince minutos. Sólo sabe que quiere seguir jugando en el parque, porque es un niño y es lo que le toca hacer: jugar y enfadarse cuando le interrumpimos el juego. Así que si has decidido que es hora de irse el mensaje debe ser claro. Puedes explicarle el motivo por el que os vais: “Es la hora del baño, así que ahora vamos a irnos a casa.”


4. Seamos sinceras: el agobio en el trabajo no nos lo quita nadie, pero ese masajito… ¡qué bien nos sienta! A nuestros hijos también se les hace más llevadero tener que irse del parque si le ofrecemos una alternativa atractiva.

Podemos optar por decirle que podrá seguir con la misma actividad en otro momento: “Mañana, después de comer, podemos volver al parque otra vez, si quieres”. Esta opción puede funcionar con algunos niños; para otros, mañana será demasiado tiempo, necesitarán más inmediatez. Proponerles jugar a algo mientras volvemos a casa puede ser una buena opción: “¿Quieres que juguemos al Veo-veo mientras caminamos hacia el carro?”.

Al final lo acabas integrando todo y lo haces con naturalidad. Recuerdo incluso haber memorizado con siglas los 4 pasos para no olvidarme de cómo hacerlo:

  • N: nombra la emoción.

  • V: valídala.

  • E: explica lo que vais a hacer.

  • O: ofrece alguna alternativa.


Como me lo contó una consultante que aplicó la validación emocional con su niña.


"Y así, mientras mentalmente repasaba el esquema iba diciendo de corrido:

Mi amor, sé que estás muy enfadada por tener que irnos del parque ahora. Te entiendo, cuando yo era pequeña tampoco me gustaba irme del parque y lloraba mucho como tú. Ahora tenemos que irnos a casa para bañarnos. ¿Quieres que hagamos una carrera como los canguros hasta el carro?


Las primeras veces que lo puse en práctica aluciné. Me sentía súper rara pensando tanto lo que tenía que ir diciendo pero, de pronto… ¡Voilá! Funcionaba. Mi hija frenaba su rabieta y aunque seguía llorando me miraba con pena y me decía: “¿Sí, mamá, tú también llorabas?”. El enfado daba paso a la conexión". Es difícil seguir enfadado con alguien que está siendo respetuoso y empático contigo.


Referencia:

Sitio Web Criar con Sentido

Preceptos de Disciplina positiva



8 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page